¿Quién no ha soñado con poder viajar por el mundo y que además te paguen por ello? ¿Y con hacer de su pasión su profesión?
Pues eso es lo que ha conseguido Marina Comes, a quien recientemente he tenido la oportunidad de entrevistar para este blog.
Apasionada de los viajes y la fotografía, dejó su carrera de abogada tras 12 años ejerciendo en despachos de abogados de empresas multinacionales, y se lanzó a hacer su sueño realidad, vivir de viajar y de fotografiar allá donde va.
Se define como instagrammer de viajes, tiene una cuenta en la red social Instagram, a la que siguen casi 300.000 personas, donde comparte principalmente contenido de viajes con una audiencia suficientemente relevante como para que destinos y marcas del sector quieran promocionar sus productos y servicios a través de ella. “Así te acabas convirtiendo en otro canal de marketing, en este caso marketing digital en redes sociales”, resume.
Reconoce que vivir de su pasión por la fotografía “es una aventura increíble”. Ha pasado de trabajar muchas horas en buenos puestos trabajos, aunque duros y poco agradecidos y ser asalariada en el mundo corporativo, a ser autónoma, “dueña de mis aciertos, errores y de mi vida en general”.
“Es una gran aventura, un cambio de vida maravilloso que me ha enseñado a transformar la visión que tenía del mundo, a salir de la rutina y de las cosas tan establecidas que tiene la vida de empresa”.
Y a pesar de la gran aventura que es, Marina reconoce también que su trabajo actual “tiene muchos altibajos, especialmente en momentos como el actual, con una pandemia mundial, pero estoy haciendo lo que me gusta y me siento muy afortunada”.
Marina empezó en Instagram en diciembre de 2015 por puro hobby, sin saber mucho sobre esta Red Social, y sin que todavía existiera el concepto de influencer. Entonces había poca gente que viviera de Instagram, no era el fenómeno que es hoy.
Poco a poco y gracias a las fotos que subía, su público, que empezó siendo pequeño, comenzó a crecer. “¡Me emocionaba ver que a la gente le gustaba mis fotos!”.
Pero la revolución en su cuenta llegó a mitad de 2016, “cuando viví en primera persona que una foto se hacía viral, algo que ese año me pasó varias veces ese año. Mis imágenes empezaron a aparecer en cuentas de viajes con millones de seguidores y eso hizo que la mía propia se disparara. Empecé a tener seguidores de todo el mundo, un proceso curioso, y quise ver hasta dónde podía llegar”.
No era algo habitual lo que estaba pasando con su cuenta de Instagram, reconoce Marina, que empezaba a fantasear con la corazonada de “¿y si esto me lleva a algo más?” Es entonces cuando decide apostar por ello y se toma un año sabático en su trabajo como abogada para poder dedicarse en cuerpo y alma a crear contenido y ver hasta dónde puede llegar. “Se juntaron muchas cosas que me hicieron ver que ese momento era el mío, que tenía delante una oportunidad diferente y nueva, y fui a por ella”.
Y mejor no pudo salir. Marina recuerda sus inicios como instagrammer “como un proceso de aprendizaje constante, vivido con mucha emoción, muchas ganas y muy positivo”. Además, “tengo la suerte de poder decir que he tenido muy pocas experiencias negativas en esta aventura”.
Inspiración
Marina ha sido una apasionada de la fotografía desde pequeña. Tuvo su primera cámara de fotos a los ocho años “y siempre he sido la pesada que se llevaba la cámara a todos los viajes, acontecimientos y que ahora, gracias a mí, todo mi entorno tiene fotos, algo que me recuerdan muy a menudo”.
Como podemos ver en su perfil, trata de crear fotos que atrapen al espectador y que le entren ganas de estar en ese sitio. “Esto ahora lo hace mucha gente pero cuando yo empecé no había muchos que hicieran este tipo de fotos, en el que el sujeto no está mirando a la cámara, una foto que va de recrear una experiencia un sentimiento, una situación de ensueño en un viaje”.
Asegura, “siempre me ha gustado formar parte de la foto para que el espectador conecte con el lugar. La figura humana en estas fotos, en este caso yo, es el punto de conexión entre el lugar en el que estoy y la persona que lo está viendo, es como una invitación para que se traslade a ese lugar y tenga ganas de viajar y estar allí. Eso es lo que persigo”.
Luchar por los sueños
Con su experiencia, a la pregunta de qué diría a aquéllos que tienen un sueño y no se atreven a lanzarse a por él, su respuesta es rotunda: QUE LO INTENTEN. “Los sueños están para vivirlos y luchar por ellos, que hay que ser soñador, pero también trabajar para ello y creer en uno mismo. Todo proyecto exitoso ha partido de un sueño”.
También les diría “que no tengan miedo, porque lo que realmente debería dar miedo es no luchar por lo que se quiere, no intentarlo, pero eso sí, con cabeza. No se trata sólo de tener sueños, hay que trabajarlos. La sensación de trabajar y conseguirlo es gloriosa y la tendría que vivir todo el mundo en esta vida”.
Otra recomendación de Marina es lanzarse, porque “si estás esperando eternamente el momento justo o la situación idónea en la que todo esté a tu favor nunca llegará.
Nos sorprenderíamos si nos diéramos cuenta la cantidad de sueños que se pueden cumplir si lo intentamos. ¡Soñemos e intentémoslo!